En esta parte de la historia, Zezé y el portugués el cual continúan fortaleciendo su vínculo a través de una conversación íntima y afectuosa. Portuga le cuenta sobre su infancia solitaria, sobre las parras, las vendimias y sus recuerdos del pasado. Zezé lo escucha con admiración, deseando que su compañía nunca termine. El niño, con una ternura desbordante, le confiesa cuánto lo necesita en su vida y cómo lo incluye en todos sus sueños. Esta necesidad de afecto revela una vez más lo profundo de su herida emocional y el vacío que ha dejado el maltrato y la soledad.
Zezé también comparte sus sueños de futuro: tener muchos hijos a los que jamás les pegará, darles libertad para ser lo que quieran, y llenarlos de amor, juegos y Navidad. Esos deseos tan detallados reflejan claramente su anhelo de romper con el ciclo de violencia y construir un mundo más t
ierno y justo. Luego, Totoca, su hermano, le da dos noticias importantes: una buena, que su padre ha conseguido empleo y podrán salir de la pobreza; y una mala, que van a cortar su planta de naranja-lima para ampliar las calles.Zezé se desmorona ante la posibilidad de perder a su confidente vegetal, su único refugio emocional antes de conocer al portuges.
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