viernes, 13 de junio de 2025

II PARTE- CAPÍTULO 5

Aqui se cuenta la historia de un niño que, después de haber sido duramente castigado por su padre, cae en una profunda tristeza. Aunque su familia comienza a tratarlo mejor, él se siente vacío, sin ganas de jugar ni hacer lo que antes le gustaba. Se siente incomprendido y juzgado, como si fuera un “niño malo” o un “Niño-Diablo”. La única persona con la que logra desahogarse es el Portuga, un cochero que lo escucha con cariño y atención. Durante su conversación, el niño le confiesa que ha pensado en quitarse la vida lanzándose al paso del tren. El Portuga, alarmado, lo abraza, lo consuela y le propone ir a pescar para animarlo, logrando devolverle algo de esperanza.


Este relato refleja de forma muy clara cómo el maltrato físico y emocional puede afectar profundamente a un niño. A pesar de ser pequeño, el protagonista tiene una gran sensibilidad y se siente herido por los castigos y las injusticias que vive en su casa. El hecho de que piense en la muerte como una salida muestra la gravedad de su dolor emocional. A la vez, la figura del Portuga demuestra lo importante que puede ser la empatía, el cariño y la escucha en la vida de un niño. A veces, una sola persona que lo trate con amor puede hacer una gran diferencia y ayudarle a salir de la tristeza. El texto deja una enseñanza clara: los adultos deben cuidar cómo tratan a los niños, porque sus palabras y acciones dejan huella, para bien o para mal.



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